sábado, 2 de enero de 2016


Navalmoral de la Sierra.


Espero  que os guste la fantasía, porque por ahí van los tiros, veréis… La magia sabemos que no existe, pero no nos deja de asombrar la habilidad de una persona para engañarnos, en el buen sentido de la palabra. No sabemos cómo coños hacen esas cosas, y lo que sí sabemos es que hay truco, no cabe duda, es una cosa que no dejamos de preguntarnos, cada vez que un ilusionista hace lo mejor que él sabe hacer “convertir una farsa en una ilusión” No nos importa cómo lo habrá hecho, lo que siempre recordaremos es el efecto que nos causó en ese momento. Y esa es la verdadera magia, saber provocarnos una ilusión en forma de truco o arte con las manos y la mente. Siempre recordaremos a esa persona, como la persona, que nos cautivó la mirada y el ánimo durante su actuación. Nunca la recordaremos como la persona que nos engañó vilmente. Es su magia la que recordaremos y siempre relacionaremos a esa persona con la fantasía.
Esto viene a cuento y nunca mejor dicho, porque algo parecido pienso yo sobre la fotografía y sus trucos o efectos sobre las imágenes. Hay imágenes que nos cautivan y nos dejan impresionados, sin saber por qué. Y los que hacemos esas fotos si sabemos lo que hacer para llamar la atención sobre unas imágenes. Son nuestros trucos de magia claro, pero eso es lo de menos, nos gustan las fotos y lo que esas imágenes nos puedan decir, eso sí  que es lo importante, los trucos para el que los hace, nos quedamos con la ilusión que es lo que verdaderamente nos ha gustado.

Y aquí es cuando voy a contar un cuento, en la que la fantasía hace los trucos sobre las imágenes, espero que os guste y disfrutéis tanto como yo al escribirle y a  hacer las fotos.


Éraseuna fresca mañana de finales de diciembre. Quedamos como  otras veces para acompañar a Julia, en su empeño,  de sacarnos de nuestra monotonía. Todo estaba planeado, los kilómetros, la salida desde…y…el retorno en...


 Teníamos que hacer una ruta de descanso, pensamos todos en voz baja. Eso sí, sin muchas cuestas, que la etapa de Gredos fue un poco cansada para nuestros pobres huesos.

Hacía fresco, bueno como decimos los serranos cuando al frío le llamamos fresco. Pero el aire no se movía, con lo cual la sensación de fresquito era muy llevadera y para caminar muy apropiada.


Al plantear esta salida, yo no la vi como muy interesante, sino todo lo contrario. Pensé, es un llano y no hay nada que nos pueda cautivar como para llamar  a este paseo   ”una ruta”. 

           ¡Que va...!, todavía estoy perplejo de lo que llegamos a contemplar. La verdad es que la luz del día hizo la mitad de la magia que necesitamos para quedar hechizados por este paraje. La otra mitad se la debemos a los duendes del lugar..., que mezclaron un poquito de escarcha con un verde prado que nos dejó sin habla.

           Me quedé encantado con la luz, no era una luz corriente, era intensa en unas zonas y sin embargo en otras no. Esa luz  inundaba todo de color, todo lo que era capaz de cubrir... con un solo haz... dirigido desde alguna parte que no podíamos ver.

Me sorprendió mucho, el estado de los animales que allí vimos, parecían inmóviles y algunos, los hacia casi extinguidos, pero no, se aparecieron  delante de nosotros de repente. Como si alguien los pusiera allí para llamar nuestra atención.

La ruta continúa por caminos encauzados por unas paredes de piedra, que alguien hizo sin duda, para asegurar su terreno y así guardarlo del mal del viajero,  y para que no entraran en ellos los malos pensamientos.

Ir por este camino es como estrenar zapatos nuevos, pensamos al ver las señalizaciones recién pintadas y las tablillas recién puestas. Pero seguro que los duendes de allí..., son más viejos que los árboles de dónde sacaron la madera con la que trabajaron estas señales.

           Ellos nos guiaron todo el camino por unos sitios que no existían hasta ese momento y nosotros empezábamos a ser conscientes de ello. Y los primeros en ver este espectáculo... de una primavera en otoño, aunque estuviéramos en invierno.... Os lo cuento porque sé que vosotros si que me creéis...

La luz se alejaba para iluminar prados y rincones, que hasta entonces eran secretos. Otras veces nos daba en la cara y nos hacía verlo en un solo color.

Hablábamos en voz bajita, para no interrumpir al silencio con que los duendes lo impregnaron todo... para que pareciera más real.... ¡Como si nosotros no nos hubiéramos percatado de ello!...Pero callamos como putas, para no romper ese vínculo con el lugar que cada vez se hacía más fuerte.

Sentíamos llamadas de los robles, pero una llamada muy sutiles, en forma de pequeñas ráfagas de un aire dulce , que espontáneamente aparecía y desaparecía viniendo que cualquier parte. Llegamos a pensar que no querían que los duendes se enteraran de ello, pero los robles querían participar en nuestro paseo. Disimulamos y los mirábamos de reojo para poder atenderlos, sin que fuéramos delatados por incautos.

Grandes extensiones de viñedos intercalados por "alguien...", se mezclaban con prados de una hierba fresca y rica... para los animales que allí vivían. Que no salían por orden de “ellos”, para no molestarnos, seguro...

Todo transcurría de una manera natural, si es que así se lo podía llamar al recorrido tan alucinante que estábamos viviendo. El caso es que paso a paso, íbamos viendo cosas fantásticas, pero que al mismo tiempo eran de lo más corriente; prados, árboles y más prados y más árboles. Pero muy distintos unos de otros, unos parecían rotos a propósito para nosotros, para que pareciera como un bodegón natural. Y diera la impresión de que el tiempo los pasó factura... Pero de eso ni hablar..., Nosotros ya habíamos llegado a la conclusión de que aquello no era otra cosa que una fantasía que se pasaría a los pocos minutos de este caminar.

Seguíamos hipnotizados por el ambiente que respirábamos y que no podíamos dejar de respirar, pero es porque no queríamos que se rompiera la magia del lugar, ni el vínculo que habíamos creado con el entorno.

            De pronto..., una gran sombra, empezó a tomar forma de algo compacto y que se apilaba entre sí misma frente a nuestros ojos... Un poco más tarde se petrifico... dejándonos atónitos y sin poder articular palabra..., estaba tomando forma de unas rocas, pero con unos contornos medio humanos. Lo digo porque algo parecido a una gran faz, quería decirnos algo y como por arte de una magia que no pudimos distinguir, quedó congelada y sin poder comunicarse...., lo que parecía la boca se quedó entre abierta y sin soltar palabra. No nos amedrentamos con nada, subimos y comprobamos que ya no había nada que hacer, y continuamos el camino.

          Los duendes para que pareciera que ellos no tenían nada que ver con lo sucedido hace unos minutos, nos enseñaron frutos de otra estación, para que imagináramos  de que se alimentaban ellos todo el año. Por eso juramos entre nosotros, que no se lo revelaríamos a nadie, que ese secreto quedaría  guardado en nuestros sueños, para que nadie nos lo arrebatara.

          Se acercaba el final del recorrido cuando ellos, quisieron enseñarnos las herramientas que  usaban para crear su magia en el entorno. Parecía que no funcionaba... ¡pero de eso nada...! Había unas piezas que solo podías ver si eras capaz de reconocerlas, y capaz de saber dónde iban. ¡Vamos!... ¿Que si sabias cómo funcionaba una noria...coño?,.. que todo hay que decirlo. ¡Perdón!....¿Esto no lo abre dicho en voz alta?...y si es así espero que no me hayan oído ellos…

De vez en cuando volvíamos la cabeza para mirar la sierra, esa por la que tanto nos gusta pasear, pero por si acaso los molestaba, lo hacíamos disimuladamente.
 ¿Cómo no íbamos poder mirar al Zapatero, ni a la Hoya o Joya o como quiera que se llame?... ¡hombre si nosotros tenemos un pacto también con las sierras! ¿Sino de que íbamos a encontrarnos buen tiempo cada vez que salimos a verlas de cerca?


De camino para el coche se iban deshaciendo los hechizos para que nadie sospechara de nosotros, bueno de lo que nosotros habíamos tenido con los duendes, claro. Nosotros estábamos libres de sospecha, éramos unos simples caminantes que traídos por Julia, hacíamos una ruta bastante vulgar y monótona…




Éraseuna fresca mañana......

























































Y colorín..., colorado..., esta realidad ha terminado…



Fin.   







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