miércoles, 2 de marzo de 2016

La Mezquita de Córdoba.

También llamada catedral, la dominación de identidad religiosa, tiene su expresión en la historia, y en quién dominó en cada momento. O mejor dicho, quién puede derrochar más en nombre de su Dios y su devoción, o... mejor dicho tan bien, a su ostentación y apariencia. Una mejora arquitectónica no puede ser peor, que la parte a reformar, es decir, que la dominada. Y no vallamos a poner en entredicho a la religión,  quién  dijo que la religión tenía que ser humilde y con votos de pobreza…despliegue de medios coño…”que  pa… eso  somos la verdadera…”













Echemos un vistazo por fuera, el sol no acompañó pero que le vamos hacer…



















Demos gracias al dios que corresponda,  que todavía se conservan una parte importante de la cultura árabe en el interior, que bien que impresionan las columnas y arcos de lo que fue Mezquita, 








         Vallamos a lo meramente árabe, que es el reclamo verdadero  de la ciudad, sin quitar importancia a la parte cristiana, que sí la tiene, pero esta deja  un sabor  más material y de poder económico. 









                       Los restos del cambio, de Mezquita a catedral, son expuestos en algunas paredes, bueno no todos, Sé que muchas vigas y demás, están en colecciones privadas por todo el mundo, todo por un módico precio, que pasó a manos de personas que lo necesitaban, como todos nosotros claro, pero ellos lo pidieron en nombre de la iglesia y tú no.







La mezquita con su  extensión de columnas y su trabajo menos ostentoso, hace de esta parte, una escena rara y curiosa para el que los  visita, por no conocer y tener referencias seguramente del mundo de las mezquitas y su arquitectura en general.






Para mí, se palpa un sentimiento de sencillez y humildad en los espacios vacíos. Sobre todo, en la falta de otros reclamos que compitan en atención con las columnas. Se crea un momento en el que la cabeza logra una concentración y un vacío, que es capaz de absorber cualquier pensamiento espiritual. 




Que lo diga esto un ateo, tiene su miga, aunque lo de ateo es cuestionable, porque  yo sí creo en el espíritu de las cosas, es muy diferente  respirar los pensamientos de las personas que construyeron este tesoro, que comulgar con sus ideas,  eso quedan fuera de mi interés personal.





Hay una atmosfera de tranquilidad, de sosiego, que parece que lo único que quieres, es cerrar los ojos y seguir viendo las columnas, sobre todo, los espacios que rodean a estas, es decir, el vacío. Ese vacío que es espiritual, como un pensamiento de todos y de nadie a la vez.





Imagino a cientos de personas orando aquí dentro... se puede palpar su silencio, un silencio acorde a su basta amplitud y sencillez.




También podemos encontrar partes, con unos poco más de detalles, detalles que son de una labor impresionante…













Pero volvamos la vista atrás un momento y contemplemos las filas de columnas…















                        En la parte cristiana, es todo magnifico, majestuoso, súper... elaborado y caro de coj…, es evidente que se quiso silenciar un pasado  que puso el nivel un poco alto,  pero se puede mejorar con tecnología más reciente y mucho capital, nada que ver, con cuatro columnas moras puesta por aquí y por allá. La religión dominante no puede amedrentarse con quién intentó callar la religión verdadera. Será por dinero y poder…?  Pues no, cueste lo que cueste...






Que retablo tan…tan, bonito…míralo bien.




Que techo tan alto y laborioso, que filigranas decoran sus relieves…





¿A quién le puede impresionar ahora lo moro…? 








Im - Presionante...



Que Órganos, porque hay dos, uno a cada lado del coro…




y que coro…labrado en madera de yo que sé…con un majestuoso y delicado trabajo de muchos artesanos y sin límite de recursos, que la situación lo merece... es para Dios, bueno para que lo vean sus pobres beatos y visitantes, en el sentido más literario de la palabra,
 ¿A que impresiona...?









 Fin.
   
Jamm.












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