Navalmoral de la Sierra.
Espero que os guste la fantasía, porque por ahí van
los tiros, veréis… La magia sabemos que no existe, pero no nos deja de asombrar
la habilidad de una persona para engañarnos, en el buen sentido de la palabra.
No sabemos cómo coños hacen esas cosas, y lo que sí sabemos es que hay truco,
no cabe duda, es una cosa que no dejamos de preguntarnos, cada vez que un
ilusionista hace lo mejor que él sabe hacer “convertir una farsa en una
ilusión” No nos importa cómo lo habrá hecho, lo que siempre recordaremos es el
efecto que nos causó en ese momento. Y esa es la verdadera magia, saber
provocarnos una ilusión en forma de truco o arte con las manos y la mente.
Siempre recordaremos a esa persona, como la persona, que nos cautivó la mirada
y el ánimo durante su actuación. Nunca la recordaremos como la persona que nos
engañó vilmente. Es su magia la que recordaremos y siempre relacionaremos a esa
persona con la fantasía.
Esto
viene a cuento y nunca mejor dicho, porque algo parecido pienso yo sobre la
fotografía y sus trucos o efectos sobre las imágenes. Hay imágenes que nos
cautivan y nos dejan impresionados, sin saber por qué. Y los que hacemos esas fotos
si sabemos lo que hacer para llamar la atención sobre unas imágenes. Son
nuestros trucos de magia claro, pero eso es lo de menos, nos gustan las fotos y
lo que esas imágenes nos puedan decir, eso sí
que es lo importante, los trucos para el que los hace, nos quedamos con
la ilusión que es lo que verdaderamente nos ha gustado.
Y
aquí es cuando voy a contar un cuento, en la que la fantasía hace los trucos
sobre las imágenes, espero que os guste y disfrutéis tanto como yo al
escribirle y a hacer las fotos.
Érase…una
fresca mañana de finales de diciembre. Quedamos como otras veces para acompañar
a Julia, en su empeño, de sacarnos de nuestra monotonía. Todo estaba
planeado, los kilómetros, la salida desde…y…el retorno en...
Teníamos que hacer una ruta de descanso, pensamos todos en voz baja. Eso sí, sin muchas cuestas, que la etapa de Gredos fue un poco
cansada para nuestros pobres huesos.
Hacía
fresco, bueno como decimos los serranos cuando al frío le llamamos fresco. Pero el
aire no se movía, con lo cual la sensación de fresquito era muy llevadera y
para caminar muy apropiada.
¡Que va...!, todavía estoy perplejo de lo que llegamos a contemplar. La verdad es que la luz del día hizo la mitad de la magia que necesitamos para quedar hechizados por este paraje. La otra mitad se la debemos a los duendes del lugar..., que mezclaron un poquito de escarcha con un verde prado que nos dejó sin habla.
Me quedé encantado con la luz, no era una luz corriente, era intensa en unas zonas y sin embargo en otras no. Esa luz inundaba todo de color, todo lo que era capaz de cubrir... con un solo haz... dirigido desde alguna parte que no podíamos ver.
Al plantear esta salida, yo no la vi como muy interesante, sino todo lo contrario. Pensé, es un llano y no hay nada que nos pueda cautivar como para llamar a este paseo ”una ruta”.
¡Que va...!, todavía estoy perplejo de lo que llegamos a contemplar. La verdad es que la luz del día hizo la mitad de la magia que necesitamos para quedar hechizados por este paraje. La otra mitad se la debemos a los duendes del lugar..., que mezclaron un poquito de escarcha con un verde prado que nos dejó sin habla.
Me quedé encantado con la luz, no era una luz corriente, era intensa en unas zonas y sin embargo en otras no. Esa luz inundaba todo de color, todo lo que era capaz de cubrir... con un solo haz... dirigido desde alguna parte que no podíamos ver.
Me
sorprendió mucho, el estado de los animales que allí vimos, parecían inmóviles y algunos, los hacia casi extinguidos, pero no, se aparecieron delante de nosotros de repente. Como si alguien los pusiera allí para llamar nuestra atención.
La
ruta continúa por caminos encauzados por unas paredes de piedra, que alguien hizo sin duda, para asegurar su terreno y así guardarlo del mal del viajero, y para que no entraran en ellos los malos pensamientos.
Ir
por este camino es como estrenar zapatos nuevos, pensamos al ver las señalizaciones recién pintadas y las tablillas recién puestas. Pero seguro que los duendes de allí..., son más viejos que los árboles
de dónde sacaron la madera con la que trabajaron estas señales.
Ellos nos guiaron todo el camino por unos sitios que no existían hasta ese momento y nosotros empezábamos a ser conscientes de ello. Y los primeros en ver este espectáculo... de una primavera en otoño, aunque estuviéramos en invierno.... Os lo cuento porque sé que vosotros si que me creéis...
Ellos nos guiaron todo el camino por unos sitios que no existían hasta ese momento y nosotros empezábamos a ser conscientes de ello. Y los primeros en ver este espectáculo... de una primavera en otoño, aunque estuviéramos en invierno.... Os lo cuento porque sé que vosotros si que me creéis...
La
luz se alejaba para iluminar prados y rincones, que hasta entonces eran secretos. Otras veces nos daba
en la cara y nos hacía verlo en un solo color.
Hablábamos
en voz bajita, para no interrumpir al silencio con que los duendes lo impregnaron
todo... para que pareciera más real.... ¡Como si nosotros no nos hubiéramos percatado
de ello!...Pero callamos como putas, para no romper ese vínculo con el lugar que
cada vez se hacía más fuerte.
Sentíamos
llamadas de los robles, pero una llamada muy sutiles, en forma de
pequeñas ráfagas de un aire dulce , que espontáneamente aparecía y desaparecía
viniendo que cualquier parte. Llegamos a pensar que no querían que
los duendes se enteraran de ello, pero los robles querían participar en nuestro paseo. Disimulamos y los mirábamos de reojo para poder
atenderlos, sin que fuéramos delatados por incautos.
Grandes
extensiones de viñedos intercalados por "alguien...", se mezclaban con prados de una
hierba fresca y rica... para los animales que allí vivían. Que no salían por orden de “ellos”, para no molestarnos, seguro...
Todo
transcurría de una manera natural, si es que así se lo podía llamar al recorrido tan alucinante que estábamos viviendo. El caso es
que paso a paso, íbamos viendo cosas fantásticas, pero que al mismo tiempo eran
de lo más corriente; prados, árboles y más prados y más árboles. Pero muy distintos unos de otros,
unos parecían rotos a propósito para nosotros, para que pareciera como un bodegón natural. Y diera la impresión de que el tiempo los pasó factura... Pero de eso ni hablar..., Nosotros
ya habíamos llegado a la conclusión de que aquello no era otra cosa que una
fantasía que se pasaría a los pocos minutos de este caminar.
Seguíamos
hipnotizados por el ambiente que respirábamos y que no podíamos dejar de
respirar, pero es porque no queríamos que se rompiera la magia del lugar, ni el
vínculo que habíamos creado con el entorno.
De pronto..., una
gran sombra, empezó a tomar forma de algo compacto y que se apilaba entre sí
misma frente a nuestros ojos... Un poco más tarde se petrifico... dejándonos atónitos y
sin poder articular palabra..., estaba tomando forma de unas rocas, pero con unos
contornos medio humanos. Lo digo porque algo parecido a una gran faz, quería
decirnos algo y como por arte de una magia que no pudimos distinguir, quedó
congelada y sin poder comunicarse...., lo que parecía la boca se quedó entre
abierta y sin soltar palabra. No nos amedrentamos con nada, subimos y
comprobamos que ya no había nada que hacer, y continuamos el camino.
Los duendes para que pareciera que ellos no tenían nada que ver con lo sucedido hace unos minutos, nos enseñaron frutos de otra estación, para que imagináramos de que se alimentaban ellos todo el año. Por eso juramos entre nosotros, que no se lo revelaríamos a nadie, que ese secreto quedaría guardado en nuestros sueños, para que nadie nos lo arrebatara.
Se acercaba el final del recorrido cuando ellos, quisieron enseñarnos las herramientas que usaban para crear su magia en el entorno. Parecía que no funcionaba... ¡pero de eso nada...! Había unas piezas que solo podías ver si eras capaz de reconocerlas, y capaz de saber dónde iban. ¡Vamos!... ¿Que si sabias cómo funcionaba una noria...coño?,.. que todo hay que decirlo. ¡Perdón!....¿Esto no lo abre dicho en voz alta?...y si es así espero que no me hayan oído ellos…
Los duendes para que pareciera que ellos no tenían nada que ver con lo sucedido hace unos minutos, nos enseñaron frutos de otra estación, para que imagináramos de que se alimentaban ellos todo el año. Por eso juramos entre nosotros, que no se lo revelaríamos a nadie, que ese secreto quedaría guardado en nuestros sueños, para que nadie nos lo arrebatara.
Se acercaba el final del recorrido cuando ellos, quisieron enseñarnos las herramientas que usaban para crear su magia en el entorno. Parecía que no funcionaba... ¡pero de eso nada...! Había unas piezas que solo podías ver si eras capaz de reconocerlas, y capaz de saber dónde iban. ¡Vamos!... ¿Que si sabias cómo funcionaba una noria...coño?,.. que todo hay que decirlo. ¡Perdón!....¿Esto no lo abre dicho en voz alta?...y si es así espero que no me hayan oído ellos…
De
vez en cuando volvíamos la cabeza para mirar la sierra, esa por la que tanto nos gusta
pasear, pero por si acaso los molestaba, lo hacíamos disimuladamente.
¿Cómo no íbamos poder mirar al Zapatero, ni a la Hoya o Joya o como quiera que se llame?... ¡hombre si nosotros tenemos un pacto también con las sierras! ¿Sino de que íbamos a encontrarnos buen tiempo cada vez que salimos a verlas de cerca?
¿Cómo no íbamos poder mirar al Zapatero, ni a la Hoya o Joya o como quiera que se llame?... ¡hombre si nosotros tenemos un pacto también con las sierras! ¿Sino de que íbamos a encontrarnos buen tiempo cada vez que salimos a verlas de cerca?
De
camino para el coche se iban deshaciendo los hechizos para que nadie sospechara
de nosotros, bueno de lo que nosotros habíamos tenido con los duendes, claro. Nosotros
estábamos libres de sospecha, éramos unos simples caminantes que traídos por
Julia, hacíamos una ruta bastante vulgar y monótona…
Érase…una fresca mañana......
Y colorín..., colorado..., esta realidad ha terminado…
Fin.