miércoles, 2 de marzo de 2016

La Mezquita de Córdoba.

También llamada catedral, la dominación de identidad religiosa, tiene su expresión en la historia, y en quién dominó en cada momento. O mejor dicho, quién puede derrochar más en nombre de su Dios y su devoción, o... mejor dicho tan bien, a su ostentación y apariencia. Una mejora arquitectónica no puede ser peor, que la parte a reformar, es decir, que la dominada. Y no vallamos a poner en entredicho a la religión,  quién  dijo que la religión tenía que ser humilde y con votos de pobreza…despliegue de medios coño…”que  pa… eso  somos la verdadera…” 

Un tiempo después de esta entrada (03-06-2024). Me pongo a reflexionar sobre el tema, por haber oído un relato a Nieves Concostrina, sobre la Mezquita de Córdoba. Sinceramente, nadie como ella para poder explicar mejor lo ocurrido con lo que fue, un lugar impresionante, como no lo había en todo el mundo, como se destruyó ese lugar y con qué, propósito. No cambiaré nada de lo que dije entonces, tan solo añado este texto como explicación a tal desastre:

“…Solo por ver plantada la Mezquita de Córdoba, esa maravilla casi indescriptible, ya mereció la pena que los Omeya decidieran empadronarse en la península. La mala noticia es que esa maravilla la desgració un obispo cazurro en el siglo XVI y han continuado desgraciándola en el siglo XXI con la connivencia de una Junta de Andalucía, gobernada por ese PESOE de derechas de Susana Díaz, y la complicidad de su consejera de incultura Rosa Aguilar. Ellas saltándose la legalidad y las propias leyes andaluzas de protección del patrimonio, permitiendo que se desmontaran las celosías de una de las puertas de la mezquita para que entren y salgan con holgura esas carrozas que pasean muñecos lujosos en Semana Santa. Una profanación, producto de su supina ignorancia y la pésima gestión política. Tuvieron que venir los más altos tribunales a revocar la inaptitud de la Junta, pero la verdad es que el daño ya estaba hecho…

…entronca con lo ocurrido 500 años antes, leo un extracto del bando que publicó en 1523 el alcalde de Córdoba, Luis Mesías de la Cerda, cuando se enteró de unos planes terroristas, de un obispo cierra bares para hacer obras y encajar una catedral, en todo el centro de la mezquita; Ordeno al corregidor que ningún albañil, ni cantero, ni peón, ni otra persona que sean osado de tocar. Deshacer ni labrar cosa alguna, por la obra es de calidad y no podría hacerse en la perfección que está hecha.

Añadía más adelante el alcalde en su bando; que se aplicaría la pena de muerte a quién tocará un pelo a la mezquita.

 Pues bien, esta defensa de un monumento tan majestuoso y espectacular que fue la Mezquita de Córdoba le costó al alcalde la excomunión y lamentablemente la mezquita quedó desgraciándola para los restos, cuando la rompieron para encajar una catedral, que es una cagarruta medio gótica, medio barroca, más fea que el obispo la parió. Anda que no había terreno en Córdoba para hacer una catedral, pero no, pero el obispo pisa charcos Alonso Manrique quería hacerla en todo el centro de la mezquita, destrozando esa belleza, única en el mundo. Si nos situamos en aquella época de conquistas, en la que además de luchar por el territorio, había una guerra de religión, se puede entender, aunque no se comparta, que los cristianos, cuando iban tomando las ciudades de Al-Ándalus, transformaran las mezquitas en iglesias, para borrar la huella musulmana. Se hizo en Toledo, en Granada, en Jaén, en Sevilla, ahí está la maravillosa Giralda que era un minarete tuneado luego como campanario. Pero la Mezquita de Córdoba del medio califato, no era comparable a otro lugar.

La mezquita era un monumento tan majestuoso, tan mágico, que, hasta los cristianos, cristianos con dos dedos de frente, evitaron tocar ni un ladrillo de la mezquita, la afearon mucho, porque colgaron cristos y vírgenes y vendieron espacios para instalar capillas funerarias, y llenaron todo el suelo de muertos, que es una guarrerría, pero romper, lo que se dice, romper, no rompieron nada. Cuando el Rey Fernando II, conquistó Córdoba, consagró la mezquita como templo cristiano, y pasó a ser la Catedral de Santa María Madre de Dios, pero no la rompió, solo cambió el nombre y colgó adornos cristianos. Luego llegó su hijo Alfonso X el Sabio, que como era sabio, dijo eso; al que toque un solo pelo de la Mezquita de Córdoba, lo crujo. Los más horteras fueron los Reyes Católicos, que añadieron el pastiche de una nave gótica, pero bueno, sin destruir nada. Hasta que apareció el camicace Alfonso Manrique, que parece mentira que fuera hermano de Gorgue Manrique, autor de la obra capital de la literatura medieval; Coplas a la muerte de mi padre. Pues ese padre también era padre del borrico del obispo, Alfonso Manrique. Contó con la oposición frontal de las autoridades civiles de Córdoba, con el alcalde a la cabeza, Luis Mesías de la Cerda, que intentó defender la mezquita hasta el último momento, amenazando con la condena a muerte a quien tocara, una columna, una puerta, una celosía, pero lamentablemente el cretino del obispo estaba apoyado por el mayor borrico del reino el Emperador Carlos V, que le autorizó a destruir once naves de la mezquita, para edificar una catedra, con una gran capilla mayor, crucero, nave del coro y todo adornado con dorados y mucho brilli-brilli. Y por supuesto, la catedral tenía que elevarse por encima de las naves de la mequita, el cenutrio del obispo quería que entrara luz, porque decía que aquello estaba muy oscuro, pues claro, porque esa mezquita tenía un exclusivo juego de sombras, pensado para ser admirado con luz tenue, con recogimiento desde bajo, porque el musulmán reza mirando en horizontal y el cristiano mirando arriba…

…Como de fea era la iglesia que hizo el pollino, que, hasta Carlos V, quedó espantado, cuando en 1526 el emperador pasó por Córdoba para casarse con Isabel de Portugal, decidió parar para ver cómo iban las obras del obispo en la mezquita, y ahí fue cuando soltó, lo que dicen que soltó; si yo tibiera noticia de lo que hicieredes, por lo que haciades, no lo hicierades, pero lo que teniades, no lo hay en el mundo. Dicho más claro, catedrales había para aburrir, y el cretino de Alfonso Manrique, había destruido lo que era único en el mundo, para poner en su lugar lo que se podía ver en todas partes. Pero Alfonso Manrique, además de cazurro, terrorista, camicace, cierra bares, borrico, pisa charcos y cretino, era lo peor que puede ser un obispo, pecador, el gamberro tuvo tres hijos…”














Echemos un vistazo por fuera, el sol no acompañó pero que le vamos hacer…



















Demos gracias al dios que corresponda,  que todavía se conservan una parte importante de la cultura árabe en el interior, que bien que impresionan las columnas y arcos de lo que fue Mezquita, 








         Vallamos a lo meramente árabe, que es el reclamo verdadero  de la ciudad, sin quitar importancia a la parte cristiana, que sí la tiene, pero esta deja  un sabor  más material y de poder económico. 









                       Los restos del cambio, de Mezquita a catedral, son expuestos en algunas paredes, bueno no todos, Sé que muchas vigas y demás, están en colecciones privadas por todo el mundo, todo por un módico precio, que pasó a manos de personas que lo necesitaban, como todos nosotros claro, pero ellos lo pidieron en nombre de la iglesia y tú no.







La mezquita con su  extensión de columnas y su trabajo menos ostentoso, hace de esta parte, una escena rara y curiosa para el que los  visita, por no conocer y tener referencias seguramente del mundo de las mezquitas y su arquitectura en general.






Para mí, se palpa un sentimiento de sencillez y humildad en los espacios vacíos. Sobre todo, en la falta de otros reclamos que compitan en atención con las columnas. Se crea un momento en el que la cabeza logra una concentración y un vacío, que es capaz de absorber cualquier pensamiento espiritual. 




Que lo diga esto un ateo, tiene su miga, aunque lo de ateo es cuestionable, porque  yo sí creo en el espíritu de las cosas, es muy diferente  respirar los pensamientos de las personas que construyeron este tesoro, que comulgar con sus ideas,  eso quedan fuera de mi interés personal.





Hay una atmosfera de tranquilidad, de sosiego, que parece que lo único que quieres, es cerrar los ojos y seguir viendo las columnas, sobre todo, los espacios que rodean a estas, es decir, el vacío. Ese vacío que es espiritual, como un pensamiento de todos y de nadie a la vez.





Imagino a cientos de personas orando aquí dentro... se puede palpar su silencio, un silencio acorde a su basta amplitud y sencillez.




También podemos encontrar partes, con unos poco más de detalles, detalles que son de una labor impresionante…













Pero volvamos la vista atrás un momento y contemplemos las filas de columnas…















                        En la parte cristiana, es todo magnifico, majestuoso, súper... elaborado y caro de coj…, es evidente que se quiso silenciar un pasado  que puso el nivel un poco alto,  pero se puede mejorar con tecnología más reciente y mucho capital, nada que ver, con cuatro columnas moras puesta por aquí y por allá. La religión dominante no puede amedrentarse con quién intentó callar la religión verdadera. Será por dinero y poder…?  Pues no, cueste lo que cueste...






Que retablo tan…tan, bonito…míralo bien.




Que techo tan alto y laborioso, que filigranas decoran sus relieves…





¿A quién le puede impresionar ahora lo moro…? 








Im - Presionante...



Que Órganos, porque hay dos, uno a cada lado del coro…




y que coro…labrado en madera de yo que sé…con un majestuoso y delicado trabajo de muchos artesanos y sin límite de recursos, que la situación lo merece... es para Dios, bueno para que lo vean sus pobres beatos y visitantes, en el sentido más literario de la palabra,
 ¿A que impresiona...?









 Fin.
   
Jamm.












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