sábado, 13 de julio de 2019


La Cueva del
 "Maragato"

23/06/2019





Esperaba esta ruta desde hace mucho tiempo, mi padre me habló de ella siendo niño y siempre me pregunté, si era cierto lo de que hubo un bandolero por aquí y si esa cueva existiría de verdad, todo me sonaba a historias que se cuentan, como algo que pasa de boca en boca.

La curiosidad me hizo comprobar de que sí existió el Maragato, y el tiempo, de que también existe la cueva…






Pedro Piñonero de la Rodera, hijo de Juan y María nació el 6 de junio de 1.768 en la localidad leonesa de Anduriñuela de Somoza, fue un modesto carbonero que residía en Talayuela, cerca de Plasencia (Cáceres) hasta que, en 1.799, se sumó al fenómeno del bandolerismo y se convirtió en uno de los asaltantes de caminos más temidos de la época.

Ahora es cuando meto una chapa sobre historia, para que quede bien claro de que sí existió El Maragato, si no le interesa a alguien, que pasa la ruletita del ratón y baya a los santos directamente. Y el que quiera saber su historia que continúe leyendo...


Casado con Francisca Trexo, con quien tuvo tres hijos, pasó de ser un modesto padre de familia llegado a tierras extremeñas como ayudante de arriero a “echarse al monte” para fundar una banda de maleantes y,” cometer toda clase de fechorías, desmanes, robos y atropellos, siempre pertrechados con armas de fuego, arcabuces, pistolas y cuchillo” para hacerse con caballerías, joyas, vestimentas y dinero.



Esto que viene ahora, determinó sin duda su popularidad...


La captura

La secuencia del prendimiento tuvo el inusual destino de ser elegido por Goya como protagonista de un conjunto de pequeños cuadros en los que el genial Francisco de Goya reflejó lo ocurrido en esa venta donde El Maragato concluyó su trayectoria de bandolero.

En pequeñas pinturas sobre tabla; un conjunto calificado por algunos como precursor del cómic y por otros como precedente de los guiones gráficos de cine.




Pues bien, para amenizar el parlamento…incluiré esas pinturas y así será más ameno…

Pero antes una reflexión sobre la situación social, que explicaría un poco el comportamiento de este bandolero, como de otros menos famosos…tiene su miga, me recuerda a nuestra actualidad en mucho y para mí es muy significativo entender esta explicación, de porque se convirtió en un malvado bandolero, teniendo si vida establecida…escuchar…


Más allá de las motivaciones de carácter personal que nunca podrás ser conocidas, existieron unas circunstancias sociales que nos permiten entender el fenómeno social del bandolerismo, que por aquellas fechas estaba muy extendido en España. Más que en el hecho de la escasa eficacia de las fuerzas de seguridad a caudal de que los caminos fueran casi intransitables, e incluso el abaratamiento de las armas de fuego, lo que favoreció el que muchos hombres se echaran a la sierra a asaltar viajeros y comerciantes, fue la existencia de una coyuntura económica especialmente negativa, la última década del siglo XVIII y la primera del siglo XIX fue una época nefasta para la agricultura española pues se alternaron años de pésimas cosechas con otros de buenos rendimientos; el resultado fue una enorme oscilación de los precios. 




Esto siempre había ocurrido en España; pero lo novedoso fue que desde el año 1.765 se había establecido en España la libertad de comercio, con lo cual fue aprovechado por los acaparadores para acumular enormes cantidades de grano cuando su precio era bajo (en verano de abundantes cosechas), de forma que el resto del año los consumidores se veían obligados a pagar el precio que les quisieran pedir. Los años de escasez el campesino apenas sacaba para pagar los impuestos, la renta de la tierra, reservar algo para la próxima sementera y tener para comer el resto del año. Pues bien, en las zonas rurales los únicos que podían escapar a este círculo del hambre eran los campesinos que producían ellos mismos su pan (conviene recordar que por entonces el 80% de lo que se comía eran cereales), pero quienes tuvieran que comprarlo y no poseyeran propiedades que hipotecar se veían abocados al hambre, máxime cuando se habían quedado sin clientes: ¿Quién iba a comprar carbón si los escasos recursos económicos había que destinarlos para pagar el alto precio del pan? En estas circunstancias “tirarse al monte” era una tentación que muchos no resistían…


Si cambias en el texto, las palabras acaparadores por banqueros, sabrás de que hablo…





Las sierras abulenses y las limítrofes de Toledo y Extremadura se convirtieron en los escenarios de las acciones delictivas de este leonés que se refugiaba en una cueva que fue bautizada como “del Maragato” y que mantiene desde entonces su nombre.





Le acompañaban en sus ataques, entre otros muchos, un tal Lorenzo Almarza, “El Estudiante” y Martín Rodriguez alias “El Martinillo”, con quienes “El Maragato” no dudó-en el momento que decidió abandonar la vida de delincuente-en presentarse en el palacio de El Escorial para solicitar clemencia al rey Carlos IV. El Maragato y El Martinillo, recogen las crónicas, fueron condenados a horca y descuartizamiento, y Almarza 200 azotes y diez años de presidio. Pero no fueron ejecutados porque el monarca ordenó conmutar la pena de los dos primeros por 200 azotes, paso bajo la horca (para recordar que estuvieron a punto de morir en ella), y destino a diez años de trabajos forzados en el arsenal de Cartagena.




Transcurridos tres años, el afanado bandido consiguió escapar de su cautiverio y retornó a su faceta de asaltante, cuyo destino quedó marcado mientras cometía un asalto en una venta próxima a Oropesa (Toledo), donde un fraile vasco, Fray Pedro de Zaldivia-Pedro Argaia Mendizábal-, logró arrebatarle el arma, dispararle y reducirle. En ese momento comenzó el principio del fin de su vida y el inicio de su inmortalidad, a través de los pinceles de Goya.



Trasladado a Madrid, Pedro Piñonero de la Rodera, “El Maragato” fue nuevamente condenado a la horca y a ser descuartizado y repartidos sus pedazos. Esta vez se cumplió el implacable castigo-el fraile intentó en vano su indulto- pero los restos mortales recibieron finalmente cristiana sepultura. La hazaña del religioso al apresar al bandido fue divulgada en los escritos de la época y el rey le otorgó una renta vitalicia.



Información sacada de:





Si pincha en el logo, iras a las fuentes…







Una vez informados, nos ponemos en camino de la cueva, que lo hacemos desde Navalsáuz. 




Navalsáuz es una pedanía, o anejo, de San Martín del Pimpollar. Se accede a él por la N-502, al poco de pasar por la  la curva de la carretera donde pone, precisamente La Cueva del Maragato, nos sale el cruce a la izquierda si vienes de Ávila,  y subes un montón de curvas, hasta llegar al pueblo. Nosotros aparcamos al lado del bar debajo de un arbolico.



Nada más salir del coche, me fijé en esta vista…es una ruta que tenemos pendiente y tiene muy buena pinta…






Empezamos andando carretera abajo…












En una curva muy pronunciada, abandonamos la carretera y caminamos en dirección al río…











Pronto encontramos el Río Alberche, que estaba precioso…






Seguimos un camino bien marcado…rumbo a un molino, que la vez anterior que yo no fui, se les pasó y hoy toca…









Pronto llegamos al Molino Parranca, que se veía en un estado muy ruinoso…pero hay que ver, lo que hay que ver y... “na más…”










El interior estaba como lo veis, no apto para entrar…pero vamos por detrás…









¡Madre…estaba lleno de mosquitos!




Pero “pa nosotros eso, no es ná…”










¡Hay que hace la foto, coño…!








Los alrededores eran de un encanto sublime…


...bueno, lo del canto es Raúl...











El molino parecía decir algo, quizás su estado en ruinas era al mensaje… y si no lo digo yo, para no andarnos con rodeos…






    Desde lo alto se podía divisar el desastre que el tiempo no pudo evitar, pues la mano del hombre es implacable. Cuando algo le interesa, se nota muy bien, igualmente, cuando algo no le interesa…se nota de cojones….  














Raúl prepara el equipo de vídeo, mientras otros solamente la preparan…




Continuamos por un camino, que tenía pintas de haber sido el canal por donde se abastecía el molino de agua del río…










Espero que estos mosquitos no fueran los mismos que había en el molino, tiene un aspecto fiero y depredador… ¡Huuf...!
















Una especie de cueva pequeña, nos llamó la atención…




Seguimos al río por la margen izquierda…









Aquí parece ser que, es donde empieza la canal que va al molino… 





Tuti, mira a Raúl como diciendo….

¡Queso...esmío…..!





El río…fuente de inspiración….










El puente Mocho, bonita postal….














Iba a descartar una de estas dos, pero yo creo, que no…




…ni esta…tampoco…

Si no, como puedo explicar el salto de una trucha…


Fuego cruzado…



Pero veamos que dice el cartelito, que estaba leyendo Gonzalo…


















En esta zona, confluyen varios destinos y por si había pocos el camino teresiano…que según Raúl pudiera ser interesante…



Primera vez que divisamos el roquedal, donde está la cueva…bonita postal también…






Vamos llegando a un enorme caserío, sin duda el paso de la cañada real, tiene mucho que ver, pudo ser alguna venta…o parada obligatoria en la trashumancia….















Una miradita atrás, confirma el lujo de ruta de hoy y todavía nos espera lo mejor, bueno…no sé si las vistas pueden competir con la cueva…lo seguro es, que está siendo un éxito el día de hoy….


Este tipo de construcción es característico de un pasado celta…y ha perdurado hasta nuestros días…






La casa o posada no…y es más reciente...




La Majestuosidad de la gran roca, donde está la cueva…suscita numerosos pensamientos…dando sentido a unas formas que, darían mucho juego a alguna película, de lo que sea…seguro…


Parece el careto de un personaje de “La Guerra de las Galaxias” y si no pensar en cual…ese que vuela…como un mosquito…




En busca de la calzada romana…

...y bueno del postureo, también…









La gran roca, era mirada obligatoria en cada paso, combinando las imágenes con el entorno…










Mirando atrás, podemos ver el trazado del río Trincheras, que se unirá al Alberche por el puente Mocho…como anunciaban los cartelitos…




Un cerezo silvestre o espontaneo, estaba cargado de frutos, pero todavía no estaban maduras…







Cada vez más cerca de la roca y nos sigue incitando a fotografiarla…








Este es el momento en que abandonamos la calzada y nos dirigimos a la cueva…


Las vistan son precisas con Navalsáuz al fondo…




…mira, si parece una tortuga…












La cueva está en una pared, en principio no parece muy peligroso subir, pero es de sentido común que hay que tomar toda clase de precauciones. La vez anterior, tan solo subió uno...


 ...somos lo suficiente mayorcitos para no arriesgar y no andar buscando lo que no necesitas. En esta ocasión y alertado de la experiencia anterior, decidimos traer una cuerda para asegurarnos…


…y, en fin, la cueva existe…



Hay una cuerda, gorda y fiable a la que nos agarraremos, pero con la otra sujeta en la cueva, y a nuestro cuerpo, la mantenemos tensa des de abajo, asegurando que no nos despeñemos…las rocas estaba muy resbaladizas..





















            En sí, la cueva no es muy grande, tras una entrada, una roca con mucho desnivel conduce a un altillo y ya está…








Y aquí es cuando me di cuenta de que la otra batería de la cámara estaba abajo…gracias que llevábamos más cámaras…















¿Qué “gonicos” … esta estampa es para una portada de un disco?

 … ¿Qué no…?











Ahora el descenso, y esta vez sí hicimos muchas fotos…


 El primero…
















Vamos el equipo con la cuerda también…



...el segundo…












La risa viene de un comentario al de abajo, que dijo alguien y sonó algo así…: 

“Tú no tires de la cuerda, tú tira fotos…”




...y me hizo caso….😆😅😂



Pero luego recapacitó y se puso a ello…


...el tercero…


“Palante no, patras…siii…”











Y yo el cuarto y último…
















                Después de hayáis comprobado nuestro nivel de destreza y agilidad…en hacer el ganso…








 …nos pusimos al “papeo”...


...y luego hacer el ganso de nuevo…
























Bueno, a modo de captar detalles, tomo fotos de la entrada y la pared de la cueva…










Existen restos de cuerdas y fijaciones a la roca y de algún mosquetón…






                  Bueno, según nos vamos despidiendo, no vamos acordando de las cosas que hicimos y dijimos… y todavía, nos estamos riendo…









Un hito…

Raúl haciendo el ganso con el hito…


Esta es la “Guena..”…


Se hace difícil, separar la vista de la gran roca…como si quisiéramos más…









Retomamos el camino a la calzada…











Buen camuflaje…pero te pillé…






Este trecho es el mismo por el que vinimos…







Incluso el ganado, no nos distrae de la gran roca…que satisfacciones hemos sacado de ella…






Están fabricando maripositas…dejémoslas…



En este punto, cambiamos el sendero por el que vinimos y cogemos otro, por cierto, en cuesta…


Estupendas vistas del Torozo a lo lejos…


…y de la cueva…























Por fin llegamos a Navalsáuz, otra vez…


Pues visitemos el pueblo haber que hay de interesante…





Esta carretera comunica con Navadijos, y tiene un desnivel del 10%, tela…



La ermita, está rodeada por el cementerio, como se acostumbraba a situar al Campo Santo…








            



          Había una lancha a la puesta de la ermita, con inscripciones, que podía haber sido la tapa de un enterramiento…





Lo que sorprende un poco, es la torre del campanario bastante alejada de la ermita, es frecuente ver esta situación, pero nunca tan alejada…

     
 Nos sorprendió una lápida con una cruz de los caballeros templarios, u no es muy vieja, es contemporánea…






Hay cosas curiosas y encima, una foto de textura..






¿Qué podría decirle? 

…es mejor no decirle nada…










Alguien grabó sus iniciales, a modo de revindicar su trabajo…










Tiene el sello del fabricante…














Esta casa está restaurada y me llamó la atención las dos columnas, hechas con piedra…







Esta puerta tiene una cerradura de madera, no es la primera vez que la vemos, y tiene su mérito y sus años…









Esta máquina es muy corriente por estos lugares, es para segar en espacio pequeños, donde no entra una cosechadora, ni por tamaño y porque interese…




















Otra Bertolini, y como era costumbre en estos techados, la herramienta se dejaba entre el techado…

Esta herramienta ahora no se la llevan, porque no tienen enchufe…






Esta casa guarda un recuerdo que no podía pasar por alto. Aquí vivió la amante esposa y compañera de Rubén Darío…y durante cuarenta años guardó sus escritos…pero ahora os cuento más, ya me conocéis…




Y quien mejor que su nieta para que nos hable de ello


La hija del jardinero

Fue el destino quien propició que Rubén Darío y Francisca Sánchez se conocieran en los jardines del Palacio Real de Madrid. Y que fuera testigo de aquel encuentro Don Ramón del Valle-Inclán, con el que se encontraba el poeta nicaragüense cuando ésta le pidió una rosa a la hija del jardinero, que ella le entregó tímidamente, muy impresionada por el porte de aquellos dos señores, “tan extraños”, que se encontraban sentados en un banco, después de haber visitado el palacio.

La visita se repetía un día y otro, hasta que Francisca le dio el “sí quiero” en la intimidad de su casa de Navalsáuz, un pueblecito de la Sierra de Gredos, en Ávila, a donde se trasladó Rubén primero en tren y después en burro, porque quería conocer a la familia de la que, a partir de entonces, se convertiría en su mejor amiga, amante, musa y leal esposa, de la que solo le separo la muerte.

Una bella historia de amor de la que dan fe las cartas, las tarjetas, los documentos que se exhiben en la Biblioteca de la Universidad Complutense de Madrid, y que forman parte de los fondos del Archivo que Francisca donó al Gobierno de España en el año 1.956, en un gesto de generosidad que la honra.

Con Darío tuvo Francisca tres hijos—dos muertos siendo muy niños, el otro en la madurez, está enterrado en México- y una vida llena de alegrías y de tristezas, de riquezas y penurias en París, Madrid, Barcelona…

Francisca tuvo el enorme privilegio de que le enseñara a leer y escribir Rubén Darío y Amado Nervo, de que en su mesa se sentaran poetas de la talla de Manuel Machado-que le regaló un mantón de Manila negro que había pertenecido a su madre- y que yo conservo como un tesoro porque Francisca Sánchez era mi abuela. Muerto Darío, Francisca se casó con José Villacastín, un hombre culto, que gastó toda su fortuna en recoger la obra de Rubén que se encontraba dispersa por todo el mundo, y que entregó para su publicación a Aguilar, de quien era buen amigo.
Rosa Villacastín








Bonito recuerdo de este lugar, pero ni una sola placa que haga referencia a ello, la memoria es frágil y la voluntad un propósito. No falta memoria y sí voluntad…







Esta casa no es bonita, pero chillona…














Bonita foto Raúl…



Antes de despedirme una cosa que hace mucho tiempo que no hacemos…


El Momento de Tuti…










Esta imagen es para el recuerdo…el Avatar de Tuti se quedó en la cueva a la espera de que volvamos…


…aguanta colega, que no tardaremos…




Fotos.


Raúl, Tuti u Jamm.





Fin.
Jamm.




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