La Cueva del
"Maragato"
"Maragato"
23/06/2019
Esperaba
esta ruta desde hace mucho tiempo, mi padre me habló de ella siendo niño y siempre me
pregunté, si era cierto lo de que hubo un bandolero por aquí y si esa cueva existiría
de verdad, todo me sonaba a historias que se cuentan, como algo que pasa de
boca en boca.
La
curiosidad me hizo comprobar de que sí existió el Maragato, y el tiempo, de que
también existe la cueva…
Pedro Piñonero de la Rodera, hijo de
Juan y María nació el 6 de junio de 1.768 en la localidad leonesa de
Anduriñuela de Somoza, fue un modesto carbonero que residía en Talayuela, cerca
de Plasencia (Cáceres) hasta que, en 1.799, se sumó al fenómeno del bandolerismo
y se convirtió en uno de los asaltantes de caminos más temidos de la época.
Ahora
es cuando meto una chapa sobre historia, para que quede bien claro de que sí
existió El Maragato, si no le interesa a alguien, que pasa la ruletita del
ratón y baya a los santos directamente. Y el que quiera saber su historia que continúe leyendo...
Casado con Francisca Trexo, con quien tuvo tres hijos, pasó de ser un modesto
padre de familia llegado a tierras extremeñas como ayudante de arriero a “echarse al monte” para fundar una banda
de maleantes y,” cometer toda clase de
fechorías, desmanes, robos y atropellos, siempre pertrechados con armas de
fuego, arcabuces, pistolas y cuchillo” para hacerse con caballerías, joyas,
vestimentas y dinero.
Esto
que viene ahora, determinó sin duda su popularidad...
La captura
La secuencia del prendimiento tuvo el
inusual destino de ser elegido por Goya como protagonista de un conjunto de
pequeños cuadros en los que el genial Francisco de Goya reflejó lo ocurrido en
esa venta donde El Maragato concluyó su trayectoria de bandolero.
En pequeñas pinturas sobre tabla; un
conjunto calificado por algunos como precursor del cómic y por otros como precedente
de los guiones gráficos de cine.
Pues
bien, para amenizar el parlamento…incluiré esas pinturas y así será más ameno…
Pero
antes una reflexión sobre la situación social, que explicaría un poco el
comportamiento de este bandolero, como de otros menos famosos…tiene su miga, me
recuerda a nuestra actualidad en mucho y para mí es muy significativo entender esta
explicación, de porque se convirtió en un malvado bandolero, teniendo si vida
establecida…escuchar…
Más allá de las motivaciones de
carácter personal que nunca podrás ser conocidas, existieron unas
circunstancias sociales que nos permiten entender el fenómeno social del
bandolerismo, que por aquellas fechas estaba muy extendido en España. Más que
en el hecho de la escasa eficacia de las fuerzas de seguridad a caudal de que
los caminos fueran casi intransitables, e incluso el abaratamiento de las armas
de fuego, lo que favoreció el que muchos hombres se echaran a la sierra a
asaltar viajeros y comerciantes, fue la existencia de una coyuntura económica
especialmente negativa, la última década del siglo XVIII y la primera del siglo
XIX fue una época nefasta para la agricultura española pues se alternaron años
de pésimas cosechas con otros de buenos rendimientos; el resultado fue una
enorme oscilación de los precios.
Esto siempre había ocurrido en España; pero
lo novedoso fue que desde el año 1.765 se había establecido en España la
libertad de comercio, con lo cual fue aprovechado por los acaparadores para
acumular enormes cantidades de grano cuando su precio era bajo (en verano de
abundantes cosechas), de forma que el resto del año los consumidores se veían
obligados a pagar el precio que les quisieran pedir. Los años de escasez el
campesino apenas sacaba para pagar los impuestos, la renta de la tierra,
reservar algo para la próxima sementera y tener para comer el resto del año.
Pues bien, en las zonas rurales los únicos que podían escapar a este círculo
del hambre eran los campesinos que producían ellos mismos su pan (conviene recordar
que por entonces el 80% de lo que se comía eran cereales), pero quienes
tuvieran que comprarlo y no poseyeran propiedades que hipotecar se veían
abocados al hambre, máxime cuando se habían quedado sin clientes: ¿Quién iba a
comprar carbón si los escasos recursos económicos había que destinarlos para
pagar el alto precio del pan? En estas circunstancias “tirarse al monte” era
una tentación que muchos no resistían…
Si cambias en el
texto, las palabras acaparadores por banqueros, sabrás de que hablo…
Las sierras abulenses y las limítrofes
de Toledo y Extremadura se convirtieron en los escenarios de las acciones
delictivas de este leonés que se refugiaba en una cueva que fue bautizada como
“del Maragato” y que mantiene desde entonces su nombre.
Le acompañaban en sus ataques, entre
otros muchos, un tal Lorenzo Almarza, “El Estudiante” y Martín Rodriguez alias
“El Martinillo”, con quienes “El Maragato” no dudó-en el momento que decidió
abandonar la vida de delincuente-en presentarse en el palacio de El Escorial
para solicitar clemencia al rey Carlos IV. El Maragato y El Martinillo, recogen
las crónicas, fueron condenados a horca y descuartizamiento, y Almarza 200
azotes y diez años de presidio. Pero no fueron ejecutados porque el monarca
ordenó conmutar la pena de los dos primeros por 200 azotes, paso bajo la horca
(para recordar que estuvieron a punto de morir en ella), y destino a diez años
de trabajos forzados en el arsenal de Cartagena.
Transcurridos tres años, el afanado
bandido consiguió escapar de su cautiverio y retornó a su faceta de asaltante,
cuyo destino quedó marcado mientras cometía un asalto en una venta próxima a
Oropesa (Toledo), donde un fraile vasco, Fray Pedro de Zaldivia-Pedro Argaia
Mendizábal-, logró arrebatarle el arma, dispararle y reducirle. En ese momento
comenzó el principio del fin de su vida y el inicio de su inmortalidad, a
través de los pinceles de Goya.
Trasladado a Madrid, Pedro Piñonero de
la Rodera, “El Maragato” fue nuevamente condenado a la horca y a ser
descuartizado y repartidos sus pedazos. Esta vez se cumplió el implacable
castigo-el fraile intentó en vano su indulto- pero los restos mortales
recibieron finalmente cristiana sepultura. La hazaña del religioso al apresar
al bandido fue divulgada en los escritos de la época y el rey le otorgó una
renta vitalicia.
Información sacada de:
Si pincha en el logo,
iras a las fuentes…
Una vez informados, nos
ponemos en camino de la cueva, que lo hacemos desde Navalsáuz.
Navalsáuz es una
pedanía, o anejo, de San Martín del Pimpollar. Se accede a él por la N-502, al
poco de pasar por la la curva de la carretera donde pone, precisamente La Cueva del
Maragato, nos sale el cruce a la izquierda si vienes de Ávila, y subes un montón de curvas, hasta
llegar al pueblo. Nosotros aparcamos al lado del bar debajo de un arbolico.
Nada más salir del
coche, me fijé en esta vista…es una ruta que tenemos pendiente y tiene muy
buena pinta…
Empezamos andando
carretera abajo…
En una curva muy
pronunciada, abandonamos la carretera y caminamos en dirección al río…
Pronto encontramos el Río Alberche, que estaba precioso…
Seguimos un camino
bien marcado…rumbo a un molino, que la vez anterior que yo no fui, se les pasó
y hoy toca…
Pronto llegamos al
Molino Parranca, que se veía en un estado muy ruinoso…pero hay que ver, lo que
hay que ver y... “na más…”
El interior estaba
como lo veis, no apto para entrar…pero vamos por detrás…
¡Madre…estaba lleno
de mosquitos!
Pero “pa nosotros
eso, no es ná…”
¡Hay que hace la foto,
coño…!
Los alrededores eran de
un encanto sublime…
...bueno, lo del canto es Raúl...
El molino parecía decir
algo, quizás su estado en ruinas era al mensaje… y si no lo digo yo, para no
andarnos con rodeos…
Desde lo alto se podía divisar el desastre que el tiempo no pudo evitar, pues la mano del hombre es implacable. Cuando algo le interesa, se nota muy bien, igualmente, cuando algo no le interesa…se nota de cojones….
Raúl prepara el
equipo de vídeo, mientras otros solamente la preparan…
Continuamos por un
camino, que tenía pintas de haber sido el canal por donde se abastecía el
molino de agua del río…
Espero que estos
mosquitos no fueran los mismos que había en el molino, tiene un aspecto fiero y
depredador… ¡Huuf...!
Una especie de cueva
pequeña, nos llamó la atención…
Seguimos al río por
la margen izquierda…
Aquí parece ser que,
es donde empieza la canal que va al molino…
Tuti, mira a Raúl
como diciendo….
¡Queso...esmío…..!
El río…fuente de
inspiración….
El puente Mocho,
bonita postal….
Iba a descartar una
de estas dos, pero yo creo, que no…
…ni esta…tampoco…
Si no, como puedo explicar
el salto de una trucha…
Fuego cruzado…
Pero veamos que dice
el cartelito, que estaba leyendo Gonzalo…
En esta zona,
confluyen varios destinos y por si había pocos el camino teresiano…que según
Raúl pudiera ser interesante…
Primera vez que
divisamos el roquedal, donde está la cueva…bonita postal también…
Vamos llegando a un
enorme caserío, sin duda el paso de la cañada real, tiene mucho que ver, pudo
ser alguna venta…o parada obligatoria en la trashumancia….
Una miradita atrás,
confirma el lujo de ruta de hoy y todavía nos espera lo mejor, bueno…no sé si
las vistas pueden competir con la cueva…lo seguro es, que está siendo un éxito el
día de hoy….
Este tipo de construcción
es característico de un pasado celta…y ha perdurado hasta nuestros días…
La casa o posada no…y es más reciente...
La Majestuosidad de la
gran roca, donde está la cueva…suscita numerosos pensamientos…dando sentido a
unas formas que, darían mucho juego a alguna película, de lo que sea…seguro…
Parece el careto de
un personaje de “La Guerra de las Galaxias” y si no pensar en cual…ese que
vuela…como un mosquito…
En busca de la
calzada romana…
...y bueno del postureo, también…
La gran roca, era
mirada obligatoria en cada paso, combinando las imágenes con el entorno…
Mirando atrás, podemos
ver el trazado del río Trincheras, que se unirá al Alberche por el puente Mocho…como
anunciaban los cartelitos…
Un cerezo silvestre o
espontaneo, estaba cargado de frutos, pero todavía no estaban maduras…
Cada vez más cerca de
la roca y nos sigue incitando a fotografiarla…
Este es el momento en
que abandonamos la calzada y nos dirigimos a la cueva…
Las vistan son precisas
con Navalsáuz
al fondo…
…mira, si parece una
tortuga…
La cueva está en una
pared, en principio no parece muy peligroso subir, pero es de sentido común que
hay que tomar toda clase de precauciones. La vez anterior, tan solo subió uno...
...somos
lo suficiente mayorcitos para no arriesgar y no andar buscando lo que no
necesitas. En esta ocasión y alertado de la experiencia anterior, decidimos
traer una cuerda para asegurarnos…
…y, en fin, la cueva
existe…
Hay una cuerda, gorda
y fiable a la que nos agarraremos, pero con la otra sujeta en la cueva, y a
nuestro cuerpo, la mantenemos tensa des de abajo, asegurando que no nos
despeñemos…las rocas estaba muy resbaladizas..
En sí, la cueva no es muy grande, tras una entrada, una roca con mucho desnivel conduce a un altillo y ya está…
Y aquí es cuando me
di cuenta de que la otra batería de la cámara estaba abajo…gracias que llevábamos
más cámaras…
¿Qué “gonicos”
… esta estampa es para una portada de un disco?
… ¿Qué no…?
Ahora el descenso, y
esta vez sí hicimos muchas fotos…
...el segundo…
La risa viene de un
comentario al de abajo, que dijo alguien y sonó algo así…:
...el tercero…
“Palante no, patras…siii…”
Y yo el cuarto y
último…
Bueno, a modo de
captar detalles, tomo fotos de la entrada y la pared de la cueva…
Existen restos de
cuerdas y fijaciones a la roca y de algún mosquetón…
Bueno, según nos vamos despidiendo, no vamos acordando de las cosas que hicimos y dijimos… y todavía, nos estamos riendo…
Un hito…
Raúl haciendo el
ganso con el hito…
Esta es la “Guena..”…
Se hace difícil,
separar la vista de la gran roca…como si quisiéramos más…
Retomamos el camino a
la calzada…
Buen camuflaje…pero
te pillé…
Este trecho es el
mismo por el que vinimos…
Incluso el ganado, no
nos distrae de la gran roca…que satisfacciones hemos sacado de ella…
Están fabricando maripositas…dejémoslas…
En este punto,
cambiamos el sendero por el que vinimos y cogemos otro, por cierto, en cuesta…
Estupendas vistas del
Torozo a lo lejos…
…y de la cueva…
Por fin llegamos a
Navalsáuz, otra vez…
Pues visitemos el
pueblo haber que hay de interesante…
Esta carretera
comunica con Navadijos, y tiene un
desnivel del 10%, tela…
La ermita, está rodeada por el cementerio, como se
acostumbraba a situar al Campo Santo…
Había una lancha a la puesta de la ermita, con inscripciones, que podía haber sido la tapa de un enterramiento…
Lo que sorprende un
poco, es la torre del campanario bastante alejada de la ermita, es frecuente
ver esta situación, pero nunca tan alejada…
Nos sorprendió una lápida con una cruz de los caballeros templarios, u no es muy vieja, es contemporánea…
Hay cosas curiosas y
encima, una foto de textura..
¿Qué podría decirle?
…es
mejor no decirle nada…
Alguien grabó sus
iniciales, a modo de revindicar su trabajo…
Tiene el sello del
fabricante…
Esta casa está
restaurada y me llamó la atención las dos columnas, hechas con piedra…
Esta puerta tiene una
cerradura de madera, no es la primera vez que la vemos, y tiene su mérito y sus
años…
Esta máquina es muy
corriente por estos lugares, es para segar en espacio pequeños, donde no entra
una cosechadora, ni por tamaño y porque interese…
Otra Bertolini, y
como era costumbre en estos techados, la herramienta se dejaba entre el techado…
Esta herramienta ahora
no se la llevan, porque no tienen enchufe…
Esta casa guarda un
recuerdo que no podía pasar por alto. Aquí vivió la amante esposa y compañera
de Rubén Darío…y durante cuarenta años guardó sus escritos…pero ahora os cuento
más, ya me conocéis…
Y quien mejor que su nieta para que nos hable de
ello
La hija del jardinero
Fue el destino quien propició que
Rubén Darío y Francisca Sánchez se conocieran en los jardines del Palacio Real
de Madrid. Y que fuera testigo de aquel encuentro Don Ramón del Valle-Inclán,
con el que se encontraba el poeta nicaragüense cuando ésta le pidió una rosa a
la hija del jardinero, que ella le entregó tímidamente, muy impresionada por el
porte de aquellos dos señores, “tan extraños”, que se encontraban sentados en
un banco, después de haber visitado el palacio.
La visita se repetía un día y otro,
hasta que Francisca le dio el “sí quiero” en la intimidad de su casa de
Navalsáuz, un pueblecito de la Sierra de Gredos, en Ávila, a donde se trasladó
Rubén primero en tren y después en burro, porque quería conocer a la familia de
la que, a partir de entonces, se convertiría en su mejor amiga, amante, musa y
leal esposa, de la que solo le separo la muerte.
Una bella historia de amor de la que
dan fe las cartas, las tarjetas, los documentos que se exhiben en la Biblioteca
de la Universidad Complutense de Madrid, y que forman parte de los fondos del
Archivo que Francisca donó al Gobierno de España en el año 1.956, en un gesto
de generosidad que la honra.
Con Darío tuvo Francisca tres hijos—dos
muertos siendo muy niños, el otro en la madurez, está enterrado en México- y
una vida llena de alegrías y de tristezas, de riquezas y penurias en París,
Madrid, Barcelona…
Francisca tuvo el enorme privilegio de
que le enseñara a leer y escribir Rubén Darío y Amado Nervo, de que en su mesa
se sentaran poetas de la talla de Manuel Machado-que le regaló un mantón de
Manila negro que había pertenecido a su madre- y que yo conservo como un tesoro
porque Francisca Sánchez era mi abuela. Muerto Darío, Francisca se casó con
José Villacastín, un hombre culto, que gastó toda su fortuna en recoger la obra
de Rubén que se encontraba dispersa por todo el mundo, y que entregó para su
publicación a Aguilar, de quien era buen amigo.
Rosa
Villacastín
Bonito recuerdo de
este lugar, pero ni una sola placa que haga referencia a ello, la memoria es frágil
y la voluntad un propósito. No falta memoria y sí voluntad…
Esta casa no es
bonita, pero chillona…
Bonita foto Raúl…
Antes de despedirme
una cosa que hace mucho tiempo que no hacemos…
El Momento de Tuti…
Esta imagen es para el recuerdo…el Avatar de Tuti se quedó en la cueva a la espera de que volvamos…
…aguanta colega, que no tardaremos…
Fotos.
Raúl, Tuti u Jamm.
Fin.
Jamm.
Enlaces: Presentación. Rutas . Otros Géneros. Inicio
No hay comentarios:
Publicar un comentario